martes, 29 de mayo de 2012
Mensaje de buenos días.
Buenos días mi amor, ¿cómo amaneciste hoy? Yo amanecí muy cansado porque ayer me quedé despierto hasta las 4 platicando con la Luna, peléandome con ella porque estaba celosa de que tus ojos brillaran más que ella. "Lástima", le dije, "tuviste tu tiempo, pero es tiempo de alguien más. Ella es mi luna, mi sol, mi mundo, mi razón de existir. No sé por qué me he enamorado tanto de ella, pero me gusta. Toda mi vida es perfecta cuando estoy a su lado" Ahí fue cuando se fue muy enojada y salió el Sol. Me fui a dormir para soñar contigo, y al despertar me di cuenta que más grande sueño es real. Tú.
sábado, 19 de mayo de 2012
La fuente.
Un día estaba muy triste, solo y perdido. No encontraba qué
quería ser en la vida, ni lo que me esperaba en un futuro. Entonces, me senté
en un banquito, y vi a lo lejos un niñito que le pedía una moneda a su mamá,
para arrojarla a una fuente y pedir un deseo. Muy tonto, lo sé. Simplemente me
reí burlonamente y seguí sentado. Entonces voltée al suelo, y vi una moneda de
1 peso. La recogí, y me levanté. Me dirigí hacia la fuente, y dije en mi
cabeza: “Deseo ser el hombre más feliz del mundo, tener salud, dinero, y a
alguien. Quiero a alguien que me quiera incondicionalmente, que siempre esté
ahí para mi, alguien con quien esté a gusto y cuando esté con esa persona, no
querer nada más, que el tiempo se pase demasiado rápido y que disfrute cada
segundo de él.” Sonreí y arrojé la moneda. Regresé a mi casa y prendí la
computadora. Ese día lo recuerdo muy bien, 13 de agosto del 2011, alrededor de
las 7 de la noche. Me conecté a Facebook y me quedé dormido. Desperté una hora
después y vi que alguien me había mandado mensaje por “Facebook chat”. Una tal
Andrea Zavala. Una niña que había visto por ahí en mi escuela, pero nunca le
había hablado. Le respondí alegremente, y platicamos toda la noche. Al fin, me
fui a dormir con una sonrisa, no sé por qué, esa conversación me había hecho
sentir tan bien. No hablamos de nada especial; de la escuela, de las
vacaciones… En fin, al otro día, en la noche, yo la saludé, y nuevamente
platicamos por horas. Así pasó durante 1 semana, hasta que me di cuenta que
sentía algo por ella. Pero era algo imposible, ella no podía sentir lo mismo,
ella es tan bonita, no podía enamorarse de alguien como yo. Le dije que
necesitaba estudiar para un examen de español. Cualquier escusa para estar con
ella. Nos quedamos esa tarde, y no estudiamos ni un segundo. Nos la pasamos
platicando, le regalé una pulsera que había conseguido en un concierto. Reímos y se fue. Me fui a entrenar, y
estaba demasiado feliz. Nada de lo que pasara me importaba. Me regañaban por un
pase incompleto y no me importaba. Me tacleaban porque no me cubrían bien y no
me importaba. Todo era tan perfecto en ese momento.
Salimos por otras 3 semanas, y un 8 de septiembre, le pedí
que fuera mi novia. Desde entonces estamos juntos. Ha habido momentos malos,
pero los momentos buenos lo superan por mucho. Todo el tiempo que estoy con
ella soy feliz. Mi deseo se cumplió. Tengo a la mujer de mis sueños. La quiero
con toda el alma, y escribiendo esto, me doy cuenta que estoy tan enamorado de
ella, que jamás podré separarme. Siempre estaré a su lado, pase lo que pase.
Whenever, you need me, I’ll be there, forever. Te adoro, para siempre. <3
martes, 17 de enero de 2012
Ella.
-Bueno ya me voy, te quiero.
-Está bien, yo también...te quiero.
Ya estaba muy lejos para escucharme. La mujer que me tenía a sus pies desde hace 8 meses y aun no le había podido decir lo que realmente sentía. Siempre practicaba discursos enfrente del espejo, pero cuando estaba frente a ella, simplemente no le podía decir. No le podía decir que la amaba, que desde hace 8 meses había estado enamorado de ella, que simplemente se había convertido en lo más importante en mi vida, que desde que la conocí, no he podido dejar de pensar un segundo en ella. La he amado toda mi vida. Espero que algún día se dé cuenta.
-Está bien, yo también...te quiero.
Ya estaba muy lejos para escucharme. La mujer que me tenía a sus pies desde hace 8 meses y aun no le había podido decir lo que realmente sentía. Siempre practicaba discursos enfrente del espejo, pero cuando estaba frente a ella, simplemente no le podía decir. No le podía decir que la amaba, que desde hace 8 meses había estado enamorado de ella, que simplemente se había convertido en lo más importante en mi vida, que desde que la conocí, no he podido dejar de pensar un segundo en ella. La he amado toda mi vida. Espero que algún día se dé cuenta.
lunes, 16 de enero de 2012
Sin alma, sin destino.
Ya era la quinta copa. En el bar todos me volteaban a ver con lástima. Tenía la cara llena de lágrimas y sin nada de energías, me quedé dormido. Soñé contigo, lo que éramos, lo que debímos haber sido, pero nunca fuimos por culpa de ese maldito camión. Soñé cuando tuvimos a nuestro primer hijo, cuando te ví por primera vez, recordaba cuando nos acostábamos en el pasto a contemplar las nubes y decíamos cosas incoherentes, recordaba vagamente su risa, que después se convirtió en lágrimas. No pude más y desperté. No había pasado ni una hora.
Un señor se me acercó, y me dijo que era psicólogo. Que había curado a todos sus pacientes y que le dijeron que yo necesitaba ayuda. Comencé a reir, y le dije que no necesitaba ayuda, pero él insistió, y le conté mi historia.
Yo era muy feliz, estaba a punto de graduarme de la universidad, vivía solo en un departamento cerca del campus, y me gustaba mucho ir al parque a observar las palomas y los niños jugando. Un día ví lo más hermoso de mi vida. Era una mujer de cabello negro, nariz respingada y una sonrisa perfecta. Ella estaba ahí, jugando con su perro, escribiendo algo en una libreta. Me armé de valor y me senté al lado de ella. Me acuerdo de su olor; era como vainilla. Le dije: “Que bonito está el día, ¿no?” Ella me volteó a ver y sonrió. Asintió con la cabeza y empezamos a platicar. La invité a tomar un café al siguiente día y ella aceptó. Toda la noche estuve pensando en ella, su nombre me daba vueltas en la cabeza. No podía dormir de la emoción. Ese día fue la primera vez que ví a Andrea, la mujer que me iba a hacer feliz.
Después de 1 año me gradué en economía y ella en leyes. Estaba muy feliz, y con todos mis ahorros, le compré un anillo. La invité a cenar y le pedí matrimonio. Ella aceptó. Fuimos al apartamento y tuvimos una noche inolvidable.
Tres semanas después, me sale con la noticia de que estaba embarazada. Estaba algo feliz y a la vez confundido, no lo podía creer. Lo llamamos Daniel.
A los 5 años de casados empezaron las peleas, y le dije que estaba harto de ella y que era igual que todas. Estaba lloviendo muy duro. Ella agarró el coche y a mi hijo, y se fue de la casa. Esa misma noche me hablaron por teléfono, diciéndome que un coche Pontiac azul había chocado y se había volteado. Fui a ver lo que había pasado y vi ahí, en una camilla, sangrada de las manos y de la frente, a mi esposa. Me agarró de la mano y me dijo sus últimas palabras que aun recuerdo con mucha tristeza: “Perdóname, te amo.” Cerró los ojos y su corazón dejó de latir. Yo lloré, sin saber que no me había enterado de lo peor. Mi hijo, Daniel, había muerto también. Me encontraba solo, sin saber que hacer. Tomé mi coche y lo arranqué a toda velocidad queriendo morirme, pero no sucedió. Volví a mi casa furioso, azotando todo lo que veía, la única pregunta que decía era: “¿¡Por que!? ¿¡Por qué a mí!?” Lloraba y lloraba, hasta que a lo lejos ví una sombra. Era una persona muy alta y tenía algo en la cabeza. “Hola”, me dijo. Se acercó y con temor pude ver que se trataba del diablo.
-¿Quién eres?
-¿Cómo que quién soy? ¿Acaso no me reconoces? Soy yo, el diablo, Lucifer, Satanás, Luzbel, o como prefieras.
-¿Y qué haces aquí?
-Vengo a ofrecerte un trato. Tú sabes lo que yo quiero, pero, ¿tú qué quieres?
-Quiero tener a mi esposa e hijo de vuelta. Igual me moriría sin ellos, así que si puedo recuperarlos y darte mi alma, no perdería nada.
-Muy bien, aquí está tu contrato. Fírmalo ahora y tendrás a tu familia de vuelta.
Firmé, y al terminar, sentí un ligero apretón en el pecho. “Aquí está tu familia” me dijo “nos vemos”. Ví a Andrea y a Daniel. Los abracé y lloré aun más de felicidad. Ellos se sorprendieron. Al parecer no recordaban nada. Los iba a llevar a cenar, y había que cruzar una calle. Les dije que se adelantaran mientras yo compraba algo. Le iba a comprar unas flores hermosas. Ellos se adelantaron y apenas me volteé, oí un grito. Temí lo peor, y lo peor sucedió. Fui corriendo y vi atropellados al amor de mi vida y a mi amado hijo. Un camión había pasado por encima de ellos.
“Y aquí estoy, sin alma y sin nada a quien querer, esperando mi muerte para sufrir una condena infinita. Por eso lloro, y por eso nadie me puede ayudar.”
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